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El zahori

la fascinación turiasonense

Tarazona, fascinante

Rafael Bardají

Por aquella época, hace ya 30 años, a los periodistas nos tocaba cubrir las manifestaciones de los obreros de Textil Tarazona, empresa cuya crítica situación era exponente del declive industrial del Moncayo. Cientos de puestos de trabajo se fueron al garete y la comarca quedaría marcada en su futuro a pesar de algunas iniciativas surgidas en los años 90, como el caso de la empresa de cableados Delphi ya desaparecida al inicio de la crisis que padecemos. Por esos años no faltaron algunas desventuras a la sombra del Moncayo, cuando en una ocasión fallecieron tres montañeros. A principios de los 80, la catedral de Tarazona estaba cerrada. Por allí pasaron arquitectos como Ricardo Aroca o Pérez Latorre y las obras recibieron un serio impulso en los últimos años bajo la acertada dirección de los hermanos Aguerri. En una situación económica difícil, la apertura del monumento en 2011 –esta semana ha recibido el espaldarazo de los Príncipes- ha supuesto un revulsivo para una localidad que junto a su capacidad para organizar eventos –Tarazona Foto, Escuela de Traductores, exposiciones- ha sabido guardar con celo sus riquezas patrimoniales encerradas en la plaza de toros, el laberíntico barrio del Cinto, el palacio de Eguarás, la explotación y difusión de la Judería donde se ha entregado Javier Bona, o el edificio de la Lonja del XVI, sede del Ayuntamiento, y en cuyo friso se representa la marcha de Carlos V tras su coronación en Bolonia. Recordemos que el boato del acontecimiento marcó a Miguel Servet. Al sijenense le inspiró la obra ‘Restitución del Cristianismo’ con tan trágicos disgustos con la ortodoxia católica y calvinista. La ciudad del Queiles reúne, además, entre sus atractivos un misterioso entorno presidido por el Monasterio de Veruela, sus evocaciones becquerianas y los aires de aquelarres de Trasmoz. Aún queda mucho por hacer, pero las pinceladas expuestas indican que rebuscar en nuestras riquezas da buenos resultados frente a la fascinación cegadora de la Torre del Agua (40 millones de euros de inversión), el pabellón puente (80 millones), varados en la orilla del Ebro, del pretencioso Centro de Arte contemporáneo de Pablo Serrano (27 millones) o el falso hechizo de Gran Scala. La experiencia de la Seo turiasonense es similar a la de la Seo de Zaragoza, una catedral cerrada también durante tres décadas y en la que, a diferencia de la de Tarazona, desde su restauración a finales de los 90, no se ha podido establecer un compromiso institucional para darle la difusión que se merece el monumento más interesante de Aragón y que tiene unos valores que van más allá de los puramente religiosos o artísticos.

 

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