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El zahori

surfistas y buceadores

El pibe de Policiales surfea en la red con la misma habilidad que un zapatero, ese bichito que se desplaza por las aguas mansas de estancas y ríos. Acaba de llegar a la redacción, mal pagado, con ganas de prosperar y desplaza así al veterano periodista buceador de sucesos,  Brena, de esos conocidos como de garra, que con sus 50 tacos se dedica ahora a artículos intrascendentes al estilo de por qué el 75% de las mujeres duerme boca arriba y el  60% de los hombres boca abajo. El pibe se mueve a impulsos entre su blackberry y el ordenador, escucha algún consejo del curtido profesional y, como no tiene bien trazados los mimbres en la cabeza, reduce, ‘googleando’ su búsqueda, a la información, más que al conocimiento. En una urbanización residencial de Buenos Aires tiene lugar una muerte oscura. Brena  goza de un olfato muy adiestrado fruto de compartir asados con policías y gentes de los altos y bajos fondos. Y de leer novela negra, historia y reportajes de actualidad. Por eso, intuye que lo ocurrido no es un suicidio como dice la nota oficial. Así, cuando ambos protagonistas, acompañados de una fajada y sensible escritora, acuden al lugar donde finalmente se produjo lo que fue un asesinato, el pibe de Policiales no hace más que disparar obsesivamente la cámara sin ver realmente lo su objetivo que recoge. Por su parte, la novelista y el veterano plumilla se fijan en cómo están distribuidos los muebles, en la colilla, en la marca de labios dejada en un vaso y en alguna fotografía cuya composición será la pista fundamental para desentrañar el crimen. Pero no crean, no es el libro al que me refiero –‘Betibú’, de Claudia Piñeiro– un homenaje a los más maduros y comprometidos del oficio. Porque finalmente, si no fuera por el pibe que es un hacha en las redes sociales, resolver el caso hubiera sido imposible. Recomiendo esta novela a quien le gusten cuentos de sucesos aderezados con un apunte social y por su calidad y amenidad. Pero, y es donde yo me puedo manejar mejor,  si es que me manejo en algo, mi interés reside en concluir que en este y otros cometidos no sobra nadie. Tan preciso es un periodista con memoria histórica y pasión, con plomo de linotipia en las venas, como el joven barbilampiño atrapado en Twitter. El mar, como la realidad, tiene superficie y profundidad.

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