Blogia
El zahori

Parlamentos oxidados

 

 

A falta de ideas ilusionantes, de proyectos nuevos y, sobre todo, de dinero,  para ejecutarlos,  un debate del estado de la región se queda un tanto oxidado y oxidada ya parece la propia denominación.  Es verdad que el objetivo de nuestras señorías no es el mismo que el de un programa televisivo de la tarde dirigido por la Igartiburu de turno. Un parlamento no está para entretener, pero busco entre las intervenciones de  los portavoces de los grupos y me suenan todas como ya oídas, como si de antiguas representaciones  se tratara. Cuando no hay asuntos destacados a abordar,  lo más recurrente es que los portavoces de los grupos apelen a supuestas diferencias ideológicas  en lo que parece un eco que se va repitiendo  en los diferentes escenarios políticos del país. Al final de la sesión, se aprueban un conjunto de resoluciones que sirven a los líderes para vanagloriarse de que gracias a las  transacciones realizadas se ha logrado un alto nivel de entendimiento. Pero cuestiones de calado, pocas, pues entre otras cosas, las decisiones de importancia tienen su origen en otros lares. En el viejo palacio moro de la Aljafería, no se acaba de encontrar el papel del parlamento en momentos de recesión. Ya hace unos años que se ha construido el aparato institucional y se han  elaborado las leyes más destacadas con lo que la dinámica parlamentaria crea una cierta desazón. Sé que no es fácil y no dudo de la  responsabilidad de los diputados,  pero los asuntos abordados en la Aljafería –es posible que ocurra en otras cámaras regionales- están muy lejos de la calle. Y es que el drama de estos tiempos no es otro que el de la comprobación por los hechos de que los márgenes de autonomía se reducen, salvo para administrar  los recortes y, no es nuestro caso, pedir la independencia como una manera conjurar la desesperación. Si un gobierno regional no tiene instrumentos para incidir en la vida de los ciudadanos, el ejecutivo y el parlamento pierden su esencia. Es verdad que conviene recordar - ahora que desde sectores centralistas es zaherido injustamente- que el estado de las autonomías ha contribuido a un desarrollo equilibrado de este país. Pero los tiempos son otros  y de lo peor que te pueden catalogar es de estar oxidado.

 

0 comentarios