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El zahori

EL ZAHORÍ: ESTULTICIA O CORRUPTELA

La mujer no ha gozado a lo largo de la historia de las mismas condiciones que el hombre. Es una obviedad que hay que repetirla. En los países donde está instaurada la sharia, ellas sufren todo tipo de agresiones empezando por no gozar de la mínima identidad y ni la más mínima voluntad. Son lapidadas por adulterio y ni siquiera  tienen derecho a la educación como ocurría con los talibanes en Afganistán. En Malí el ejército francés –que no digo que tenga intereses económicos y estratégicos con la  antigua colonia- ha liberado, o lo está haciendo aún, a sus habitantes de un régimen fanático, sin contar con el apoyo de sus socios europeos, y con el objetivo además de frenar el avance del islamismo radical que  tiene su base de operaciones en el Sahel y amenaza a la seguridad europea  con sus operaciones terroristas de Al Qadea  y sus ramificaciones.

En la España del franquismo, la justicia castigaba a la esposa infiel con distinto rasero que al marido adultero. La mujer debía contar con el permiso de  su cónyuge para obtener el pasaporte o tener una cuenta bancaria. Por desgracia, aun se suceden los episodios de malos tratos y agresiones mortales que eran bastante frecuentes en la época del dictador. Pero, y es lo que voy, el sexo femenino aunque no ha  logrado la igualdad plena, goza de los mismos derechos. Y además cuenta con una buena formación y conocimiento. Es del juez Luis Pascual Estivill la frase de que la mujer firma lo que le dice el marido y punto. El ex magistrado fue juzgado y condenado hace 13 años. Algunos de sus delitos consistían en chantajear a los acusados para liberarles de la pena o reducírsela. El aserto del juez pasó a la antología del subterfugio, mediante el cual prefería que su esposa fuera considerada ignorante y tonta antes que corrupta. La “estivillización” cuenta con adeptos. Sin ir más lejos la ministra Ana Mato. En medio de su aparente  candidez  no sabe nada o no se preguntaba de dónde provenían los recursos para pomposos de cumpleaños, bolsos de Louis Vuitton, viajes o el jaguar aparcado en el garaje. Era de su marido, Jesús Sepúlveda, aunque Hacienda diga lo contrario. Hay mujeres que se hacen la tonta o realmente son tontas antes de ser  tachadas de corruptas. Y el ejemplo de Ana Mato sirve para otra señora, la Infanta.

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