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El zahori

La orgía de internet

ME meto en internet a leer la prensa. Tengo que salvar alguna que otra barrera, de esas que eufemísticamente llaman consejos comerciales. Aparece una enormidad de reclamos que trastocan mi ya dispersa atención. Empiezo con el tijeretazo zapateril, paso al fichaje de Villa por el Barça y hago una incursión en un vídeo sobre el uso de la fuerza contra los 'camisas rojas' de Tailandia. Surge sin quererlo Carla Bruni y sus confesiones a Hillary Clinton acerca del porqué de sus retrasos a las citas oficiales y me pierdo con alguna foto más o menos sugerente. Mientras, leo un email y, si me descuido, hurgo en las opiniones de lectores, la mayoría sin la necesaria elaboración fundada. Suelen ser de gente ociosa con ganas de ganarse una celebridad periodística pasajera en un oficio que requiere conocimiento, arte, técnica, esfuerzo y que resulta caro de producir. Hacer información rigurosa y opinar con fundamento no es barato. Es posible que lea más que en una lectura convencional, pero manejarme a través del hipertexto me produce cierto desasosiego y una sensación de ser víctima de un bombardeo que desordena mi cabeza. Tanto texto bien y mal escrito, en distintos formatos, registros y géneros, en ocasiones sin saber la fuente, acaba con cualquier intento de crear un pensamiento lógico. Leer en papel es para mí un rito que exige intimidad y ensimismamiento. Me zambullo con Balzac, Saramago o Moncada y los autores y sus personajes me llegan a resultar cercanos y hasta cómplices. A su vez, en los periódicos, los artículos y las noticias me los sirven jerarquizados y hasta puedo adivinar por qué el periodista ha decidido ponderarlos de esa manera. Desde luego, no aparecen a cuatro columnas o en primera plana con el criterio de los buscadores que me los sitúan acorde con los más leídos, en una pretendida falsa democracia participativa. Esto de sumergirse en el hi-perespacio es como una orgía de alcohol y sexo. Son tantos los estímulos provenientes -bueno, esto me lo imagino- de todas partes que al final se siente uno vacío. Estar con una persona sola requiere intimidad y concentración para extraer lo mejor de los dos. Leer un libro o un periódico, incluso ver una película en el cine amparado por la oscuridad, es entregarse y que las palabras e imágenes se te entreguen. Hay actividades que hay que hacer despacio y dejarse llevar recreándose sin prisas en el viaje. Cultivar el pensamiento es una de ellas.

 

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