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El zahori

la voz de la caverna en los autobuses de Zaragoza

el zahori

La voz de la caverna

PROXIIMA paraada, Indepeendeenncia cuaaatro. Enlaaace con líinea treiinnta, cuareennta, treiinnta y cin (corte brusco)». Autobuses de Zaragoza. Febrero de 2011. Y esta, en Madrid, a dos voces, bien declamadas y moduladas: «Próxima parada: República Argentina. Correspondencia: líneas 5, 23, 48». Similar entonación, a dos idiomas, en los transportes públicos de Barcelona, donde hace 30 años se escuchaba: «Prozima estacioóón, Zardañola». Eran voces que, en conjunto, conformaban un crisol de acentos de Extremadura, Andalucía, Aragón, Galicia y la misma Cataluña. Sus cuerdas vocales no habían sido educadas ni la empresa las había formado. Los heroicos maquinistas bastante tenían con superar las pruebas de conducir un convoy que, como dijo un aspirante a tranviario en Zaragoza, hay que estar con los sentidos al 200%. En esa época, un joven periodista, Josep María Martí, hacía sus pinitos radiofónicos en Reus. Y se le ocurrió ofrecer cursos de expresión a Ferrocarriles Catalanes con el fin de mejorar la comunicación de los operarios. Aquí, en Zaragoza, te sumerges en el autobús y una voz sin alma y entrecortada, agónica, como salida de la caverna, daña tu tímpano. Me acuerdo del conductor. Todo el día con la cantinela. Es para ponerse nervioso a pesar de sus nervios de acero. Tal como está el mundo, a un lado y otro del Mediterráneo, ¿para qué destinar este espacio a la voz del ordenador de marras? De los pequeños detalles también se vive. La desidia de la concejala o de los que manden en Tuzsa provoca una irritación que se añade a las voces de la caverna que -a veces sin querer y otras por morbo-, se oyen en algunas emisoras. Todo suma para hacer la vida más feliz, sobre todo cuando nos gastamos tanto dinero en campañas de imagen. Con la aplicación de la voz sintética habrá que deducir que los gestores citados pensarán que da igual que CNN+ sea ahora una bazofia frente a la anterior interpretación rigurosa de la realidad y que los manuscritos de Georges Brassens encontrados en París tienen el mismo valor que las contestaciones de Belén Esteban. Brassens cantaba 'Je deteste les moutons' ('Detesto los rebaños de corderos'). En el bus, aunque lo pretendan, no somos corderos.

 

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