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El zahori

Esperanza Aguirre

Esperanza Aguirre es una persona  singular. Sabe estar siempre en el centro del debate mediático. Ya sea por  su atuendo en ocasiones sorprendentes o cuando hace  gala de un populismo demagogo que le movió a decir que el encuentro de la Copa del Rey entre el Madrid y el Atlethic se debería  jugar a puerta cerrada si había silbidos al himno. Es mujer de gestos y acciones precipitadas. Más de una le salen mal, como aquel nombramiento de Jesús Neira como presidente del Observatorio  contra la Violencia de Género tras sufrir un brutal apaleamiento  al intentar defender a una mujer agredida. Neira pronto pasó de héroe a villano. Aguirre ha logrado borrarse la imagen de patosa e inculta como ministra de Educación. A ella se le adjudican entre otros deslices el de entender que Saramago era una tal Sara Mago. Llegó a la presidencia de Madrid tras el oscuro episodio del Tamayazo y desde entonces mantuvo sonados encontronazos con el alcalde z Gallardón. Ha convertido Tele Marid en el mejor  vehículo del “agit prop”  con una constante  inyección de dinero público y una deuda que alcanza los 200 millones, cifra aún así inferior a la de su homónima Canal Nou que debe más de 1.100, ambas con una línea editorial cercana a la caverna.  Quizás para  enjugar la polémica del desvío de déficit, Esperanza Aguirre anuncia un plan para ahorro de mil millones de euros. Y entre otras de las medidas no duda en reducir la mitad de los escaños de la Asamblea, de 129 a 65. No es tarea fácil pues hay que reformar el estatuto  y esa medida requiere el consenso. Bien pensado, aquí tampoco pasaría nada por disminuir  el número de parlamentarios autonómicos. Tal vez  se encuentre con el apoyo de Rubalcaba que en campaña  electoral apostó por la desaparición de las diputaciones. En todo caso, Aguirre tiene un punto de osadía. Mil millones de reducción, mientras en Aragón se anuncia algo más de un millón entre el tajo a las empresas públicas y la desaparición de la oficina de Madrid. Justo lo que nos cuestan los  coches oficiales y escoltas de portavoces y  miembros de la Mesa de las Cortes de Aragón. Ah! Si desparecieran las asignaciones a los cargos políticos de las comarcas, nos ahorraríamos otros cinco millones. Pero eso, según Biel, con la que está cayendo, no tiene importancia.

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