Del plomo a la nube
Los plumillas de la transición, con un tremendo bagaje de ilusión, nos creíamos con cierto poder para cambiar el mundo. Existía el reto de conquistar las libertades, tras 40 años de caverna, con la complicidad social. Un periodista se reputaba héroe si traía en su libreta una exclusiva de esas que hacían temblar. En unos medios era más fácil, pero recuerdo en los primeros que trabajé de becario (un emisora de Huesca y un periódico de Zaragoza ya desaparecido) cómo eran jaleados los líderes de UCD o las promesas del PAR. Aún así, ingenuos nosotros, contentos por introducir matices. Los años pasaron y hubo un distanciamiento con la clase política, cuando aparecieron zonas de sombra. Reclamábamos como panacea la independencia de los partidos. A menudo, sin embargo, me asaltaba la sensación de que el verdadero poder nunca era develado, el del personaje – en Aragón el paradigma lo personalizábamos en Martínez Candial- que movía los hilos. El político se convertía en el muñeco del “pim pam pum”. Conviene ver varias veces la película “Inside job’, que muestra la trama financiera corrupta estadounidense; de cómo se tejieron intereses, de la connivencia entre gobierno y entidades –tan pronto secretario del Tesoro que había levantado los controles financieros se convertía en el Morgan de un gran banco- y de cómo los más sesudos catedráticos emitían sus informes pagados por bancos con lo que la realidad era como quería el capital. La película me confirmó que esos periodistas venidos del plomo –empezamos con la linotipia- nos quedamos en una nube y no precisamente la informática en la que alojamos nuestros archivos. ¿Por qué es ahora cuando nos enteramos de las jubilaciones millonarias y corruptas maniobras? Los expertos en “Inside job” se escudaban en que todo es muy complejo. Y si algún aguerrido asambleísta conocía hechos, mejor era no menear el chanchullo. ¿Para qué? Si no se iba a publicar. Y, si se difundía, peligraba la credibilidad del banco y los puestos de trabajo. Ahora la emergente UPyD logra que la Justicia investigue a los dirigentes de Bankia. Los partidos grandes, callados -¿deberán algún crédito?-. Mientras, los ciudadanos, víctimas inocentes de la que “estacayendo” reclamamos que alguien pague por tanto desastre generado.
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