La tentación de la siesta
El zahorí de Rafael Bardaji
Ya está la canícula azotando y la siesta se convierte en una peligrosa tentación en estos tiempos de necesaria vigilia. El verano es tiempo propicio para que los gobiernos hagan de las suyas. Los colegios e institutos ya casi se han vaciado y es ya un buen momento para aplicar la reducción del profesorado. En setiembre se comprobará con indignación que los recortes, pese a ser negados por la Administración autonómica, se habrán producido. Cuando la sociedad está desarticulada, sin movimiento e inerte, es más fácil para la autoridad ejercer una política demoledora. Y lo que puede suceder en educación sirve también para la sanidad o los servicios sociales. Las energías se adormecen en una época estival que para muchos españoles ni siquiera va a servir para el descanso pues difícilmente se puede uno evadir teniendo la espada de Damocles pendiente sobre las cabezas. Hasta la siesta se convierte en un tormento sabiendo que al despertar todo será igual o peor. Que malo es el descaso cuando no hay proyectos. Y la sociedad, inerte, sin capacidad de reacción cuando tan clave es la presión ciudadana. Si no, allí está el caso de Carlos Dívar obligado a dimitir en una demostración de que la crítica sirve si va envuelta de un rearme moral. Pero, ¿Cuántos Divar seguirá habiendo en nuestro país en las distintas escalas sociales, en el mundo financiero o de la administración, que han cometido incluso más tropelías? Nos quedan unos meses de incertidumbre por mucho que se aplaquen los mercados. Quizás, quizás, los tertulianos empiecen a olvidarse de análisis financieros y quinielas sobre el futuro que tantas energías han gastado como enterados de turno y vayan a cuestiones más cercanas y palpables. Porque y, precisamente, con la que está cayendo, junto a la vigilancia fiscalizadora es obligado ocuparse de cuestiones relacionadas con los cambios de actitud ideológica y de comportamiento ante un futuro que ya no será igual. Y tal apuesta se consigue no mediante el debate oportunista si no a través de una información más sosegada y elaborada dentro de un pensamiento más profundo. No son unos meses para sestear. Es en estos momentos, con unas organizaciones políticas esclerotizadas, cuando se pone a prueba la capacidad de los pueblos.
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