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El zahori

Analogías históricas

El zahorí de Rafael Bardají
La conmemoración de los centenarios obliga a poner el espejo retrovisor con el fin de refrescar nuestro pasado  y es una buena ocasión para conocer nuevas aportaciones del mundo  académico y una oportunidad para la divulgación.  Sin embargo, a menudo, el recuerdo de una efeméride da origen a interpretaciones que pretenden trazar paralelismos con situaciones presentes y determinar que  “cualquier tiempo pasado fue   mejor”. No seré yo quien quite importancia, que la tuvo, al acuerdo firmado hace seis siglos en la sucesión pacífica de Martín el Humano. En el desasosegado mundo en que vivimos, se reclaman grandes acuerdos políticos para superar situaciones críticas. Pero de allí a buscar, a través de la mitificación histórica, analogías  va un abismo. El  Compromiso evitó que los  aterrados pueblos del medioevo fueran víctimas de nuevas guerras y batallas por una cuestión dinástica. Un habilidoso Papa Luna y un milagrero y perseguidor de judíos con grandes dotes de convencimiento, Vicente Ferrer, fueron los artífices fundamentales del proceso político para designar al sucesor. No fue fácil y aún  así durante el interregno que va desde la muerte de Martín el Humano a la proclamación de Fernando de Antequera los enfrentamientos  entre facciones fueron frecuentes. Pero no olvidemos que todo se concibió por parte de pequeños y privilegiados sectores de la época feudal. El pueblo, bastante tenía con trabajar de sol a sol, aterrado por las pestes,  con su rendimiento absorbido por los impuestos de los nobles y el clero y con sus energías más jóvenes entregadas a las guerras de unos señores que protegían sus intereses a través de unos fueros hechos a su medida. Más del 95 % de los aragoneses, catalanes y otros pueblos del Mediterráneo  del siglo XV no vio muchos cambios en sus condiciones de vida. La realidad fue que para salir de la esclavitud   hicieron falta, no unos pactos, si no unos cuantos siglos y más de una revolución. Dicen que Bruselas avanza  hacia un compromiso, al menos financiero. Me  temo, sin embargo,  que, con su insaciable avaricia, los privilegiados señores que manejan los mercados quieren que acabemos todos envueltos en condiciones laborales similares a las que padece el pueblo chino. Si es así,  la revolución tendrá, no se sabe la fecha, su ocasión

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