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El zahori

Pueblos del Pirineo

El Zahorí de Rafael Bardají

 

Para unos territorios del Pirineo central como el Serrablo y el Sobrarbe  una carretera supone no ya salir de un aislamiento, una circunstancia en la que permanecieron durante siglos hasta hace 30 años, si no una mejores posibilidades de futuro. Afortunadamente, en la últimas décadas la brecha existente entre la ciudad y el mundo rural se ha ido cerrando, gracias a la mejora de las comunicaciones, de los servicios –habrá que luchar para que algunos de ellos como los educativos no se vean afectados por los recortes- y a la progresiva implantación de internet. Ya no hay diferencias entre el mundo urbano y el rural. Salvo la cercanía a la naturaleza, vemos la misma televisión, comemos igual, vestimos igual, hacemos las mismas cosas, hablamos de lo mismo y aspiramos a lo mismo.  El sentimiento de pertenencia a un pueblo, el contacto con la naturaleza y su disfrute  y una relación trabada en el mantenimiento folclórico de las costumbres y señas de identidad  marcan el contraste. La apertura ayer de un tramo del Eje Pirenaico, entre Fiscal y Yebra de Basa, hay que celebrarla pues acerca a unos pueblos y permite  un desarrollo turístico, comercial y de actividad económica. La obra inaugurada ayer evita el Cotefablo o la Guarguera, con trazados de principios del siglo pasado que, si no fuera por las dificultades orográficas y los medios de ingeniería existentes, parecían inspirados por la imagen de una cuerda en el bolsillo. Tal es su estado con sus innumerables curvas y desniveles. El Eje Pirenaico, proyecto diseñado  en los 80 y que va desde Gerona hasta Navarra,  rompe  con la concepción radial y con  la de una comunicación en la que las ciudades son el núcleo de atracción. Pero además, el eje  busca recuperar la relación perdida entre unos territorios montañosos víctimas de la industrialización de los 60 y 70 y del duro mazazo que supusieron los pantanos con la consiguiente hégira de sus habitantes. Y entre otros embalses el de Jánovas, uno de los mayores oprobios de la montaña, ahora en esperanzadora fase de restitución. Quedan aún muchos kilómetros, entre otros Ventamillo, con serias prescripciones  medioambientales, y la Solana, espacio deprimido donde se proyectó Jánovas. La crisis va a relegar estas inversiones, pero no se puede dudar que una carretera sirve tanto o más para unir los pueblos que una televisión autonómica. 

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