Vida a partir de los 50
El joven tiene fuerza y espíritu, ganas de comerse el mundo, está bien preparado, con idiomas y sin miedo a viajar y conocer nuevos mundos. Centenares de miles conforman la generación perdida y aguantan por la red familiar. Pero hay otro segmento de edad al que no se le presta suficiente atención y al que se le puede considerar también otra generación perdida. Son los mayores de 45 años que engrosan una cifra superior al millón y medio de parados del conjunto de los casi seis de millones de la Encuesta de Población Activa. Una encuesta de la Asociación de Directores Recursos Humanos de Cataluña (AEDIPE) establecía este otoño que un 75% de las empresas no aprecian suficientemente el valor del capital humano que supera los 45 años . Lo primero que hacen las compañías cuando las cuentas de resultados empiezan a fallar es prescindir del talento de sus trabajadores de entre 45 y 65 años. De esta forma, el negocio pierde algo tan importante como la experiencia, capacidad crítica ante las decisiones de arriba y la memoria, cualidades sustituidas por energías avasalladores pero sin referentes. Lo explica muy bien la escritora argentina Claudia Piñeiro en su libro ’Betibú’. Un joven recién escudillado se mueve con extraordinaria facilidad por las redes sociales pero, en su actividad periodística, le falta olfato, mucha literatura, comprensión del mundo actual y muchas copas con gente de los altos y bajos mundos. Al final, para resolver un asesinato un viejo colega apartado en la sección de cotilleos entra en acción y ambas experiencias se complementan. La relegación por edad se produce en el sector privado y en el público. En una reciente convocatoria de la Comunidad de Trabajo de los Pirineos, a uno de los aspirantes seleccionados para una plaza de Comunicación se le instó a responder por parte del jurado si su edad, más de 50 años, era la adecuada dado que la mayoría de los integrantes de la oficina ubicada en Jaca tenían una edad de entre 30 y 35 años. Es posible que sus méritos no fueran los adecuados para conseguir la plaza, pero la ofensa y el desprecio a la igualdad de oportunidades, consagrado en todas las constituciones democráticas y en el tratado de la UE a la que está vinculado el organismo pirenaico, ya se habían cometido. Por supuesto, ni una disculpa. Con estas actitudes, la sociedad está perdiendo oficio y conocimiento. Y además se coloca en una terrible situación a muchos profesionales que van a tener serios problema para reintegrarse en el mercado laboral.
2 comentarios
Ramón -
Un saludo.
Ramón
echarseacorrer.blogspot.com
isabel -
Pronto, antes de lo que se creen, estos de 35 pasaran a engrosar las filas de los de 55 ....y entonces , aunque ya sera tarde, se darán cuenta de su falta de perspectiva.