El tripartidismo alternante de Aragón
Los próximos meses prometen ser los más intensos del actual sistema político nacido en la Transición. ¿Cómo va a afectar a Aragón, caracterizado desde 1999 con una suerte de tripartidismo de alternancia, con un beneficiado comodín, el PAR, en el que se han apoyado PSOE y PP para lograr el sillón del Pignatelli? Las encuestas en España aseguran que se ha roto el bipartidismo y que, aunque el PP obtenga el mayor respaldo, no consigue la mayoría absoluta. La irrupción de Podemos está echando por los suelos la alternancia.
En Aragón, excepto en los tiempos del socialista Santiago Marraco (1983-1987), nunca ha habido mayoría absoluta. La meta es actualmente inalcanzable. En unos comicios que, al margen de los candidatos, la corriente estatal va a incidir mucho, es posible que el castigo lo reciban las formaciones aragonesistas, PAR y CHA. En el caso de la formación de izquierdas, porque es muy difícil hacer frente a Podemos que, incluso, se apropia de uno de los “símbolos” sagrados de los chunteros, y los símbolos en CHA importan mucho, como ocurrió el pasado miércoles al clausurarse un acto de partido –el respaldo de Pablo Iglesias a Violeta Barba frente a la candidatura de Echenique- con el Himno a la Libertad de Labordeta. La presencia de Pedro Arrojo en esta cita es otro motivo para derivar a los votantes antipantanos.
¿Y el PAR? No son buenos tiempos para este partido en el que con pericia y habilidad se metió en 1992 José Ángel Biel, procedente de la UCD del 143. El goteo de deserciones es constante provocado entre otros motivos por el desprecio de Biel –vicepresidente desde 1999 a 2011 en tres gobiernos de coalición PSOE-PAR y que goza de la canonjía de ser presidente de las Cortes de Aragón en virtud de la colación PP-PAR- al partido, dilatando desde 2011 la convocatoria de órganos fundamentales como el comité nacional y evitando así que circule oxígeno. Al PAR, además, se le han terminado las rentas obtenidas por su oposición al trasvase e incluso de la defensa de la autonomía que parece haber pasado, al menos ahora, de moda. El único diputado que ha permanecido en todas las legislaturas de las Cortes de Aragón parece haber encontrado un buen acomodo en el Palacio moro de la Aljafería a tenor de su escasa presencia en la vida social aragonesa y una cierta desconsideración a la crítica pública.
Es verdad que el clientelismo es un mal bastante arraigado, pero el PAR parece estar en el ojo de mira si tomamos como algo más que un indicio el hecho de que casi la mitad de los 161 empleados que fueron en las últimas candidaturas municipales y autonómicas–el 10% de la plantilla- de la empresa pública Sarga integraron las listas del PAR. Una rentabilidad del voto cautivo que se dispara si añadimos que este partido obtuvo en los comicios municipales, un 11 %.
En este panorama, Rudi bastante tiene con parar el desgate de su partido por los conocidos y numerosos casos de corrupción a nivel nacional. De las filas de Rudi, sin embargo, no se conocen situaciones de malversación. Si ha habido alguno, los ha zanjado con autoridad como ocurrió con el diputado de Teruel que, como Monago, se iba a sus aventuras de Canarias con dinero público. Pero su Gobierno ha fallado estrepitosamente con su objetivo principal, el control de la deuda; su gestión no ha entusiasmado y ha encontrado el rechazo a los recortes en Educación y Sanidad.
Los socialistas aragoneses arrastran las consecuencias derivadas del caso Plaza en el periodo de Marcelino Iglesias donde el viceconsejero Escó; el expresidente del Zaragoza, Agapito Iglesias; el exgerente Ricardo García Becerril, y otros directivos y empresarios han malversado supuestamente más de 100 millones de euros. Y, al igual que el PP y el PAR, no han sabido renovar el partido con caras nuevas y refrescantes utilizando en su selección de candidatos viejos esquemas de familias y corrientes. IU, por su parte, aguantará lo que pueda, se aliará, quizás, con Podemos, e intentará evitar que le salpique en exceso el cainismo de Madrid.
De todos estos lodos expuestos y más vienen estos polvos de la desafección de los que se favorecen Ciudadanos y, en mucha mayor medida, Podemos. El secreto está en saber cómo Podemos realiza la transición de un movimiento a un partido organizado y con disciplina, cuál va ser definitivamente su programa y de qué manera eluden la bisoñez que les confiere el no haber ocupado cargos de responsabilidad.
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